1. Sendero del PENSAR

El trauma en el cuerpo social, familiar e individual: ¿Cómo el trauma sin resolver queda “almacenado” en el cuerpo?

Cuando todo discurre con normalidad, nuestro cerebro es el mayor “superordenador” sobre la tierra. Una compleja red de alrededor de 100 mil millones de neuronas, que no sólo es genial para procesar y organizar la información sino que también es muy, muy rápida. Cada segundo, entre 18 y 640 billones de impulsos eléctricos pasan por el cerebro. Se  codifican y “almacenan” cuidadosamente los recuerdos y experiencias, configurando un mosaico único de la persona.

 

¿Pero qué sucede cuando un “shock” perturba este sistema? ¿Por qué este choque o trauma puede permanecer en el cuerpo y la mente, afectando a la salud durante años?

La verdad es que el trauma no está solo «en la  cabeza». Deja una huella física y real en el cuerpo, afectando a los procesos de “almacenamiento” de la memoria y cambiando el cerebro.

Los traumas que no han sido tratados pueden tener un gran impacto en la salud futura. Las reacciones emocionales y físicas que desencadenan pueden predisponer  a sufrir graves problemas de salud, como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, obesidad, diabetes y cáncer, según una investigación de la Facultad de Medicina de Harvard.

 

Además, el riesgo de desarrollar problemas de salud física y mental aumenta con el número de eventos traumáticos que se experimentan. «Por ejemplo, el riesgo de tener problemas es mucho más alto si se han tenido tres o más experiencias negativas, llamadas experiencias infantiles adversas (EAC)«, dice la investigadora científica de Harvard, Andrea Roberts.

Aparentemente, la superviviente de un trauma puede parecer “completa” y sana, pero el trauma puede supurar como una herida invisible,  y debilitar las defensas del cuerpo hasta que se manifiesta en forma de enfermedad.

 

¿Qué cambia cuando experimentamos un trauma? ¿Dónde se “almacena” en el cuerpo? Veamos lo que le sucede a nuestra “supercomputadora” cuando experimenta una conmoción, un shock.

El trauma puede causar que nuestro sistema de procesamiento de la memoria funcione mal: el sistema de memoria explícita falla, por lo que la memoria traumática no se registra y no se almacena correctamente.

En cambio, nuestra “supercomputadora” utiliza un método más simple de registro de señales, y codifica los recuerdos traumáticos como imágenes o sensaciones corporales. A esto se le llama disociación: los recuerdos se dividen en fragmentos. Estos permanecen incrustados en la mente como metralla, impidiendo el proceso de recuperación natural del cerebro. Los fragmentos “malignos” pueden manifestarse como síntomas comúnmente asociados con el estrés postraumático, y aumentar el riesgo de enfermar físicamente de forma grave.

Los recuerdos traumáticos no procesados, como un virus en nuestro sistema de codificación, pueden convertirse en puntos de conflicto que hacen que nuestros procesos mentales y físicos funcionen mal. Las primeras evidencias de la memoria celular muestran que, no es sólo el cerebro, sino las células del cuerpo las que podrían contener una huella de eventos traumáticos anteriores.

 

Imaginemos los cuerpos de mujer que llevan almacenando traumas históricamente.

Imaginemos las memorias que tenemos guardadas como género. (Somatic Experience, Revista Española, 2020)

Hecho con Padlet

 

Para dejar más claro el impacto de las historias difíciles y las consecuencias de la violencia en el cuerpo, revisa el siguiente el mini documental:

El trauma y el cuerpo: un modelo sensoriomotriz

El cuerpo de Mujer como espacio público: Historias de apropiación, violencia y cosificación.

“Receta para construir una mujer global: Tome unas gotas de Amarige de Givenchy. Un poco de crema antiarrugas de Clinique. Una porción de extracto revitalizante para el cabello de L’Oreal. Mézclelo cuidadosamente para que no

haga grumos. Distribúyalo sobre un cuerpo femenino de 1.80 metros con 90, 60, 90

centímetros de pecho, cintura y caderas, preferiblemente rubio. Si no encuentra fácilmente este producto en el mercado, puede recurrir sin remordimientos a silicona y colágeno, extraer algunas costillas y realizar lipoescultura.

Salpimiente con algo exótico a gusto. Cueza a fuego lento en un caldo con algo de consumismo, fin de las ideología y la historia u otras hierbas…Sirva enfundada en Dona Karan, Ágata Ruiz de la Prada, Dior, Armani…de acuerdo con

su presupuesto” (Moya, 2010).

Efectivamente, esta “receta” ideada por la cubana Isabel Moya Richard es a todas luces un ejercicio irónico, pero que encaja a la perfección al hacer una reflexión sobre la comunicación visual en nuestros días. Los clichés y estereotipos sobre la visualización y cosificación femenina, al parecer no cambian con el paso del tiempo, sino que al contrario, se acentúan, se magnifican y se vuelven cada vez más evidentes.

Es quizá, en el terreno de los mass media en general y de la publicidad en lo particular, donde encontramos una sobreexplotación del cuerpo femenino y una mirada donde la masculinidad sigue siendo hegemónica.

 

Simbólicamente, la publicidad, las telenovelas, el cine, las revistas y demás, son generadoras de aquellas fuerzas invisibles que legitiman y reproducen los símbolos culturales predominantes en el llamado nuevo orden mundial de la comunicación y la información. La centralidad de los medios de comunicación en un puñado de consorcios televisivos/editoriales/de entretenimiento (léase Televisa o TV Azteca en América Latina y Time Warner, Fox News Corporation o Walt Disney por citar sólo algunas), dan como resultado el diseño y modelado de la percepción global de nuestra vida cotidiana.

 

Estos monopolios son los que dictan tendencia y fijan agenda sobre lo que se debe o no ver y cómo debe de ser interpretado. Estos monstruos mediáticos deciden lo que está “in” y lo que ya está “out” sea en entretenimiento, moda e incluso, en sistemas de valores. Los imperios del infoentretenimiento (Jenaro Villamil, 2010) controlan los contenidos audiovisuales siendo una gran influencia cultural:

 

“Estos (medios) crean el medio ambiente cultural presionador de un sistema de vida, de un estilo de ser y relacionarse con los demás. Impulsan el consumo como meta principal y articulan la idea de u ciudadano tipo para la civilización del

consumo que se expande por encima de fronteras” (Reyes, 2007).

 

El gran reto para este siglo sería el desmarcarse del discurso teórico homogeneizador, generado desde los centros tradicionales de poder, y situar los contenidos en una realidad que resignifique la imagen femenina.

Trauma

Actividad:

Reflexiona y responde detalladamente las siguientes preguntas:

  • ¿Qué significa ser mujer en tu familia?
  • ¿Qué acciones y/o actitudes representan la “fuerza femenina” en tu familia?
  • ¿Qué acciones y/o actitudes representan el “ideal femenino” en tu familia?
  • ¿De cuáles de estas creencias has sido parte a lo largo de tu vida?
  • ¿Cuáles decisiones importantes en tu vida, han sido tomadas desde estas creencias?

Hecho con Padlet

 

El arte como una herramienta para el empoderamiento femenino

Desde el feminismo de los años 70, el arte realizado por mujeres ha tratado de cuestionar los valores del arte de la tradición cultural occidental, intentando analizar y revisar su propio papel en el mismo y la identidad de la mujer establecida desde tiempos inmemoriales por la perspectiva y la visión masculinas. A través de las obras de las mujeres artistas tratan de abrirse camino nuevas ideas sobre la mujer y lo femenino, conscientes de los estereotipos y las construcciones sociales y culturales, mostrando cómo éstas van adquiriendo un empoderamiento cada vez mayor.

 

“El talento no tiene sexo, pero el sistema del arte sí, está masculinizado”

(De la Villa, 2014: 32)

 

A pesar de que a lo largo de la historia han existido mujeres artistas que han ahondado en el cuestionamiento de temas que conciernen a las mujeres y su lugar en la sociedad, no es hasta bien entrado el siglo XX donde se empieza a hablar de arte feminista como tal.

“En este fin de siglo XX y comienzos del XXI, les toca a las mujeres un acceso generalizado a la conciencia colectiva, a la posibilidad —por primera vez en la historia— de re-pensar o re-crear la cultura desde su propia experiencia histórica y presente, que ha sido y sigue siendo todavía muy diferente a la de los hombres” (Durán, 2008: 17/18).

 

El binomio arte y feminismo se ha venido influenciando mutuamente durante décadas y admite todo tipo de variaciones: artistas individuales que ponen su obra al servicio de reivindicaciones de género, activistas feministas no pertenecientes al mundo del arte y que empiezan a usarlo como vehículo de protesta política, proyectos colaborativos de mujeres, grupos multidisciplinares de empoderamiento a través del arte y un largo etcétera.

 

Por todo lo relatado es de vital importancia terminar con esta ceguera histórica, responsabilizarnos y tener un pensamiento crítico que aparte a las mujeres artistas de los márgenes y las sitúe en un marco de igualdad y visibilidad. Un marco que tendremos que estar continuamente revisando, vigilantes para que no se tuerza, se caiga o sea nuevamente usurpado:

“Criticar una y otra vez las propias creencias parece ser el único camino para que nuestras ideas y nociones del mundo puedan ser vitales, fértiles, transformadoras. Quiero decir, revolucionarias” (Korol, 2007: 16).

 

Luchar desde el arte y el feminismo para aportar una nueva objetividad, una nueva visión del mundo, una mirada crítica; “una doctrina de la objetividad encarnada que acomode proyectos de ciencia feminista paradójicos y críticos: la objetividad feminista significa, sencillamente, conocimientos situados” (Haraway, 1997:324)

 

EL PLACER COMO LUGAR COMÚN

La puesta en práctica de diferentes disciplinas artísticas ha demostrado resultados muy positivos en el aprendizaje, la concentración, la memorización, pero también a la hora de la recuperación/sanación de enfermedades. Al margen de los efectos positivos a nivel individual, son numerosas las consecuencias sobre el bienestar social que se derivan de la actividad artística. Del mismo modo, han quedado demostrados los beneficios que conlleva el mero hecho de transitar en espacios artísticos, como los museos. De manera general podríamos decir que el arte y la práctica de sus diferentes disciplinas produce placer y por lo tanto bienestar, tanto social como individual.

 

Las mujeres artistas: Arte y Venganza | María Jesús Martínez |

 

Actividad:

Hecho con Padlet